lunes, 24 de junio de 2013

Proyecto de Junio: Sobrevivir



¡Hola! ya se pueden dar las pautas para el ejercicio de este mes. Ganó Misión Sobrevivir. En el cual deberemos escribir un relato tema libre, pero debe basarse en sobrevivir una noche a algo, zombis, vampiros, fin del mundo, profecías, lo que les guste, con los personajes que deseen y el lugar. Ya saben intenten que la extensión no sea tan larga, aunque recomiendo que dejen fluir su musa ya que a los lectores les encantan estos temas. Los relatos se publicaran el día 30/06 de la misma forma de siempre. Dejan aquí el link de su relato y se hará un documento con todos los link de los escritores que participen.

El viaje




Esto es terrible, y lo peor es que estoy tan tranquilo, dentro de un rato vendrá el Padre para darme la extremaunción. Es muy fuerte pero estoy esperando con mucha ilusión el momento, es un viaje a no sé dónde, pero por otro dejo aquí a los que quiero y eso me duele. Pensándolo bien, tarde o temprano me tendré que ir, así mejor, viéndolo venir no en un accidente.

Casi no puedo respirar, me cuesta, pero aún no he perdido las facultades de pensar y ver, oír como estoy casi sordo me vale para poco. Las manos las muevo poco, solo para apretárselas a mi "curri" y a mis hijos y nietos. Les digo que les quiero con una sonrisa, y guiñándoles el ojo derecho, el otro me duele.

El final se acerca. Estoy muy sorprendido conmigo mismo, puedo pensar bastante bien, noto que respiro con dificultad y ver veo poco, se me está nublando la vista a ratos. Veo a mi mujer que no me quita el ojo de encima, me mira con mucha ternura. No para de llorar, aunque no quiere que se le note, tiene los ojos con mucho brillo.

Los niños, bueno ya tienen a su vez niños; cómo pasa el tiempo, hace nada íbamos al hospital a ver a nuestro primer nieto. Se te pone el pecho cuadrado, sobre todo cuando los coges y abrazas, es una sensación especial no sabes si reír, llorar o qué; me recuerda la película del Rey León cuando nace el cachorro y el padre pega el grito encima de una piedra. O cuando tuvimos al segundo, le dijimos a Macarena que no dijera nada: “No digas a nadie que mama está embarazada”, pues nada más llegar a un cumple es lo primero que soltó. Y luego ese olor que tienen, te lleva a los momentos en que tenías a tus hijos así de pequeños recién nacidos; era otro tiempo, pero maravilloso.

Tengo miedo, me voy y los dejo. Los seguiré queriendo o el cariño y el amor se pierden, ¿Me olvidaré de mi “curri”? ¿Se casará con otro? ¿Me olvidará? ¿Me olvidaré de todos ellos? ¿Los podre ver desde arriba? ¡Pues no quiero verlos! ¿Y si la veo que se va con otro? Solo de pensarlo se me calienta la sangre y soy capaz de volver y pegarles un susto. Voy a relajarme, que sean felices y no se vaya con nadie.

¡Qué gozada! ¡Ay! ¡Ahí, ahí, ahí más abajo, más, más… ¡Me están metiendo mano! No voy a decir ni pio ¡hala! Todo para vosotros, pero ¡No! ¡Coño! ¡Qué me hacen! Me van a meter una sonda por el pito, no me puedo mover, por eso me la estaban buscando. ¡Uf! Me duele, serán bestias, ¡Ay! ¡Ay! que bestias. Mañana se lo diré a las enfermeras que no van con cuidado. Es un decir, no puedo hablar.

Aún tengo conocimiento, ya no puedo ver. Voy a cerrar los ojos pues me canso mucho con ellos abiertos, me llevo la última foto. Ahora noto niños dando vueltas, seguro que ya están aquí los yernos con los niños. Todos juntos como si fuera un cumpleaños.

Alguien me está tocando el tubo del oxígeno, no voy a abrir los ojos, para qué. Será la enfermera que me está colocando algún calmante, es raro pero desde hace un rato no siento nada, no me duele nada.

Por un lado tengo a Marisa cogiéndome de la mano, por el otro a los niños, estoy medio recostado. La habitación es normal pero sola para mí, no tiene más enfermos. Noto la televisión encendida pero casi no la oigo, solo me oigo a mí, a mi respiración. Me cuesta cada vez más, por ahora no veo ningún túnel, ni escaleras ni nada. Hay que esperar…

Tengo ganas de rezar, pero me da pereza, me gustaría abrazarme a ellos y decirles que les quiero mucho, que siempre que estén juntos y me necesiten estaré allí, aunque sea como un pajarraco encima del hombro, diciendo: “Víctor no montes en bici sin casco”, “Macarena sujeta el volante con las dos manos”, “Mami, relájate y disfruta” y tú me dirás: “Venga, vamos”.

Me noto el corazón, casi está parado, al igual que mi respiración, me voy en nada y aún no pasa nada.
Noto un pitido, muy fuerte. Como estoy sordo no sé de donde viene, pero debe de ser de algún aparato de esos que tengo enchufado. Oigo un barullo, Marisa ha roto a llorar, pobrecilla ya no aguanta más y yo esperando.

¡Coño! Pero si ahora les estoy viendo perfectamente, ¡Puedo mover la mano! ¡No tengo que respirar! ¡Les estoy oyendo! Adelanto una mano para tocar con mucho miedo la cara de Marisa y cuando voy a tocársela me pega un calambrazo ¡coño! ¡Estoy flotando! ¡Están mirando a alguien que está en mi cama! ¡Pero si soy yo! ¡Me acabo de morir y estoy flotando y me estoy viendo! Veo a mis nietos Alejandra y Victorin dando vueltas por la cama.

Me estoy alejando un poco, me voy contra el techo y lo paso y está todo muy oscuro, estoy acojonado pues no quiero ir al infierno, y la oscuridad no me gusta. Estoy rodeado de oscuridad, no sé qué pensar aunque no puedo hacer nada, y ¿Si me quedo en el limbo? Es una angustia infinita, y tampoco se me ocurre nada, estoy como flotando, sin suelo, sin techo, sin nada.

Noto que va aclarando, me veo las manos, como cuando amanece, con muy poquita luz. Algo raro hay al fondo del todo, me voy acercando a ellos o ellos a mí, como cuando vas por una carretera larga y recta, ves al final la torre de la Iglesia y aunque parece lejana la ves llegar lentamente.

Ya están aquí, hay alguien en el medio y un grupo a cada lado. Unos de blanco exquisito y otros de blanco pero menos, pero también blanco. Cuando estamos cerca, como para vernos las caras, la aproximación se para y me quedo viendo como los exquisitos hablan entre ellos mirándome. Me estoy fijando y ninguno lleva alas y están flotando, yo también; es una locura.

El del medio, no sé quién es, no le noto abrir la boca pero escucho un susurro que no entiendo. Me quedo acojonado, y a oscuras ¡que ha querido decir! ¡Voy a volver! ¡Cómo! ¡En qué estado! ¡Podré volar! ¡Me podrán ver! ¡Volveré convertido en oruga! Lo mejor de todo es que puedo pensar, me acuerdo de casi de todo.

Esto es alucinante, les voy a pegar un susto de muerte. A Víctor se le van a caer los huevos. Por razones que desconozco tengo sueño, todo tan a oscuras, se me está atontando la cabeza, como si fuera un sopor, me estoy durmiendo…

Me despierto, no me atrevo a abrir los ojos, abro el derecho solo y está todo a oscuras, abro los dos y continua a oscuras pero estoy muy acojonado ¿Dónde estaré?

Intento moverme, me noto los brazos entumecidos, como dormidos. ¡Puedo mover los dedos de los pies! me da un escalofrío por toda la espalda, tengo frio, me noto desnudo, como cuando estoy en la cama -pues siempre me ha gustado meterme desnudo-. Se filtra luz por un lateral, como si fuera una rendija de una ventana. Hay un silencio aterrador.

De repente oigo ruidos, la rendija se hace más grande y entra mucha luz, se me cierran los ojos de tanta luz.

—¡Venga dormilón!, ¡Que ha pasado la burra de leche! ¡Tienes el desayuno preparado! —recitaba Marisa, al mismo tiempo que habría las ventanas. —Has dormido más de doce horas y con pesadillas.

—¡Que pasa! ¡Donde estoy!

—Pues en casa, ¡Venga levanta que tengo que hacer la cama!

—¡Uf! vaya sueñecito que he tenido, he sobrevivido.



 Un abrazo para todos los adictos.



vistas hasta la fecha 5678