martes, 28 de enero de 2014

Proyecto de enero: Escritura sorpresa -los géneros ocultos- Rómantico




El relato tiene que ser de género:  ROMÁNTICO

La declaración.



Me deja embobado, no sé a dónde mirar, al ojo derecho o al izquierdo, los dos son preciosos pero diferentes. A la luz del atardecer está preciosa, incluso comiendo las pastas. Se le marcan unos hoyuelos en las mejillas que están diciendo cómeme. Y esa sonrisa tonta que me pone, entre bocado y bocado para decirme que me quiere; no aguanto más. Se lo tengo que decir aunque me odie para el resto de la vida, me cuesta mucho y no sé cómo empezar.

Así estaba pensando José, mientras María comía las pastas que le había traído de París. Este último fin de semana había estado en la ciudad del Sena, por motivos de trabajo y en una tarde libre se había acercado a la Madelaine, una pastelería a comprar "Macarons" para ella.

Quería pedirla que fuera a vivir con él a su apartamento. Estaba en Goya, en la calle Narvaez, cerca del Retiro para poder pasear los domingos. Pero tenía que buscar fuerzas para decírselo.

—María he estado pensando, —dice José mientras la coge de la mano.
—Dime, —le mira con dulzura, con esa mirada que solo saben adoptar las enamoradas.
—Pues, que he estado dándole vueltas, que nos vemos poco...
—¿Quieres que nos veamos más?, si todas las tardes quedamos.
—Ya, pero quiero decir que me gustaría verte también por la mañana, por la tarde y por la noche. —Lo dijo muy deprisa y casi se atraganta.
—¿Y para qué? —María ya intuía lo que quería decirle, pero estaba esperando a que se lo pidiera. 

Llevaban catorce meses y tres días saliendo; casi una vida. Se complementaban bien, incluso en la cama se entendían a la perfección, lo que uno pedía el otro se lo daba, era alucinante.

—Necesito tenerte a mi lado. —Se estaba poniendo nervioso, no le salían las palabras. Era hombre de caricias, arrumacos y carantoñas. Ahora le estaba apeteciendo acariciar su espalda, pasar la mano de arriba abajo hasta su culito tan duro, cogérselo y apretarlo.
—¡Para qué!  Lo dijo con un poco de alegría y buscando su mirada perdida en sus ojos.
—Te quiero, —se lo dijo muy rápido, como temiendo que le quitaran las palabras de la boca. —José se puso colorado.
—Y yo tonto, ¿No te habías dado cuenta? —respondió María.
—¿Te quieres venir a vivir conmigo? —Soltó José algo más tranquilo, se acercó lentamente a su boca y la beso lenta y profundamente, durante unos minutos.

—Me muero de asfixia, déjame respirar —dijo María, que se puso a respirar profundamente.
—Me muero por tus huesos, ¡Solo lo haré cuando tú lo hagas!
—Loco, nos podemos morir los dos; pero acuérdate que resisto más tiempo que tú.
—Bueno, ¿Vienes o no?
—Tendré que hacer una pequeña mudanza, ¿tienes sabanas, toallas, etc...?
—Primero dime si vienes y luego lo compraremos.
—Vale
—¿Vale? —repitió, como si no hubiera oído la respuesta.
—Si tontorrón, pero no sé si funcionara, necesito todos mis aparatos.
—No hay problema, todo resuelto. Lo he estado pensado desde que tuviste el accidente, y lo tengo todo arreglado. Las puertas son más anchas y el cuarto de baño está preparado para ti.
Se acercó más y mirándola tiernamente se fundieron en un beso apasionado y largo, que dura hasta nuestros días.

Un abrazo Adictos







Visto por 7401 al 19-01-2014